sábado, 5 de mayo de 2012

¿Por qué mejorar nuestra redacción?


En los negocios es muy importante tener una buena comunicación ya sea oralmente o de forma escrita. En este caso me centrare en  uno de los canales más importantes de la comunicación: e-mails.
           
            Si bien muchas personas que están inmersas en el mundo “empresarial” son profesionales, personas en formación, o bien personas con una amplia trayectoria, en muchos casos existe una redacción pobre. No me refiero en términos gramaticales, sino en la efectividad del mensaje que se desea trasmitir en vistas al objetivo/resultado que se pretende de la otra persona.
            Por supuesto que el formato de redacción de correos electrónicos es diferente según se trate de:

  • Personas de la misma organización, de una jerarquía superior
  • Personas de la misma organización, de una jerarquía inferior
  • Personas externas a la organización.     
           
            Pero nada tiene que ver el formato de redacción con la efectividad del mensaje a trasmitir. Es decir, no debemos confundir esos términos: Una redacción puede ser formal o informal, pero debe estar escrita de una forma efectiva, de modo que el receptor no deba hacer mayor esfuerzo que el  necesario para descifrar el mensaje, o lo que es peor, entender supuestos.
            Se que suena fácil pero no lo es, ya que algunas de las causas por las cuales la redacción termina no siendo efectiva son las siguientes:

  • Tiempo con el que se cuenta para dar una respuesta o para redactar.
  • Presión de superiores
  • Cultura de la organización
  • Experiencia con la que cuenta la persona.
  • etc.…

            Es importante redactar de una forma efectiva, con empatia y utilizando un lenguaje acorde, para lograr trasmitir el mensaje sin ruidos y poder conseguir del receptor lo que uno desea. Pero también para mostrar respeto a la otra persona, y así poder crear mejores relaciones, tanto dentro de la organización, como fuera de ella. Como dije antes, no es fácil, pero justo ahí esta el desafío.

Adrian Gaston Olivera